Los desclasados…

Al principio creía que era un problema de convicciones, luego me di cuenta de que no, en verdad la gente esta enajenada y sin sentido de pertenencia de clase. Lejos de pretender forzar un prejuicio de clase económica, que sin duda es social, pretendo hacer ver a cierto sector de la sociedad que sus prejuicios no son otra cosa que un juicio ante el espejo.

Algunos podrán alegar, bajo circunstancias meramente personales o de familia que no pertenecen a una clase social paupérrima, proletaria, pobre o desprovista, sin embargo, no están lejos de ella. Si bien podrán tener capacidad de adquirir más y mejores insumos, quizá casas más grandes o autos nuevos, pero, en definitiva, no tienen asegurados los ingresos, pues para obtenerlos viven una lucha diaria, ya sea desde sus “buenos” trabajos, hasta sus propios negocios, ambos con riesgo de perderse a la primera de cambios de la economía, el destino, la vida, Dios o lo que ustedes gusten y manden. Es decir, si hoy por alguna y extraña razón pierden su forma de sustento, quizá no sobrevivan más allá de un año, quizá dos manteniendo el nivel de gasto sostenido que llevan actualmente, pero nada más allá de eso. No es malo tener recursos, lo malo es pensar, que, por esos pocos recursos, ya se es de otra clase social.

Los ricos, los realmente ricos, pueden mantener generaciones con lo que actualmente tienen, no les preocupa si mañana se cae el peso, si sobreviene otra crisis, si hay escases o no de alimentos o bienes de consumo básico, ellos no se despeinan por eso y para ellos tampoco es dedicado este texto, es para el jodido que se cree rico, pero que no lo es.

El termino desclasado no es ni nuevo, pero tampoco será viejo, es algo que nos seguirá mientras la sociedad evoluciona y obedece casi siempre a una percepción individual de sí mismos ante una circunstancia comunitaria o social que nos rodea, de ahí lo interesante.

Para que un individuo o familia tienda a sentirse fuera de clase, debe pertenecer a una clase ante la cual puede compararse, es decir, si tu circunstancia social donde vives es económicamente un poco inferior a ti, tiendes a sentir que eres y vales mas que el resto, sin embargo, vives donde tienes este marco de comparación, por tanto, perteneces también a ese rubro, a diferencia de otros, por decir, los que viven en el campestre o lomas o Santa Fe, sin temor a equivocarse te tacharan de pobre, clasemediero (si acaso) o proletario, gente sin futuro, educación  y por supuesto, sin clase, porque para ellos y para todos la clase la da el dinero, ya que directa o indirectamente trabajas para ellos, aunque extraigas más recursos que muchos, sigues trabajando para ellos, eres un proletario o comerciante intermediario, pero difícilmente una fuente de riqueza.

No hablaré mucho de cuestiones históricas, pues si no eres tonto, entenderás que las herencias si que pesan y mucho, sobre todo la pobreza. Las diferentes clases sociales que han compuesto la humanidad a lo largo de la historia no es otra cosa que una constante sucesión de derechos, riquezas, diferencias, colores de piel, raza, sexo, religión, etc., con su respectiva gloria y condena, asuntos que quizá tampoco entiendas, porque parte de la característica de la clase social a la que perteneces, ¿Qué crees?, tampoco tiene acceso, tiempo, ni recursos para ponerse a leer un poco de todo lo que compone el acervo de la humanidad, simplemente, no puedes comprar ni la cultura, ni el tiempo que se requiere para vivirla. Ojo, no me malinterpreten con eso de «comprar» la cultura, me refiero más bien a una cuestión de acceso al acervo histórico y su posible lectura, cosa que también genera cultura. La cultura, vamos a llamarle, primigenia, es la que se mama, es decir, la que se hereda y pasa de generación en generación y va desde el hacer una tortilla hasta la expresión lingüística de la persona.

Esto me recuerda, una anécdota un tanto irrisoria de esa perdida de clase por parte de un compañero de escuela. Resulta que pasado algo de tiempo después de haber egresado como “ingeniero”, me topo a un compañero de estudios, que, al verme, dentro de su estulticia se acerca a un servidor con cierto aire de superioridad basada en un título profesional y cordialmente (hasta eso), extiende su mano y me saluda llamándome INGENIERO, mi respuesta fue un tanto agresiva para él (aunque no era mi intención), porque yo dije: ¡¡¡qué onda (nombre de la persona), que gusto de verte!!! Cosa que evidentemente le causo molestia, pues al llamarme ingeniero, el pretendía reciprocidad de mi parte, cosa que no hice ni haré, al menos cuando son circunstancias informales. Tuvo el valor “moral” de pedirme que lo saludara bajo el pronombre de INGENIERO, sin embargo, ahora mi respuesta si fue quizá más dolorosa, pues le dije: “nos conocimos siendo nadie, seguimos siendo nadie, aunque me titulé y tú también bajo una profesión, para mi sigues siendo el mismo y mientras quieras saludarme te seguiré llamando por tu nombre, pues un titulo para mi no es otra cosa que un papel que no define a una persona”. Luego salen con su frase: «mi titulo me costo», claro que te costo, idiota, pero también a tus padres, tus hermanos, vecinos, a todo el país, más si estudiaste en una escuela pública. No menosprecio el esfuerzo personal, pero también es colectivo.

A lo que voy con ese ejemplo, es que si un simple papel que dice que posees habilidades en cierto rubro, hace a una persona enajenarse de su propio nombre, que no hará el que tenga un poco de dinero en la bolsa. La mayoría de este tipo de personas depositan el valor de su humanidad en lo que poseen, que luego termina poseyéndolos, es por ello que tiene la capacidad de menospreciar al jodido, aunque sean vecinos o compadres o familia.

A lo largo de los años he encontrado todo tipo de personas, muchas de las cuales, lejos de la inteligencia que poseen, tiene perdida la brújula de la pertenencia, no son pobres pobres, pero ni de pedo son ricos, deben la casa en que viven, el coche, pagan con tarjetas de crédito sus insumos y mes con mes su salario se va en pagar todos los créditos, entonces, ¿Por qué se creen algo que no son? ¿Por qué defender al que si tiene recurso, por qué sumarse y alinearse con políticas de derecha pretendiendo identificarse con quienes los odian? En la bizarría del mundo, ellos son los reyes. Son estos mojigatos que creen en que “el pobre es pobre porque quiere”, cuando está demostrado que quien nace pobre tiene casi 100% de posibilidades de morir pobre y el que nace rico, aunque sea un completo imbécil y derroche dinero, seguirá siendo rico.

Algunos, dentro de sus ideas preconcebidas e implantadas, podrán alegar estúpidamente que viven mejor que sus padres, pues no, lamento informarles que la mayoría, aunque tenga una casa en fraccionamiento «privado», tenga auto nuevo y tenga a sus hijos en colegio, la realidad es que en base a la deuda que tienen, sus padres a su misma edad tenían casa, autos, ahorros y la posibilidad de mandarte a una “buena escuela”, además se iban de vacaciones y no tenían deudas, por tanto, estas más jodido que tus padres, por ende, sigues en la misma clase donde naciste o quizá, lastimosamente, un poco inferior. Triste, pero cierto.

A este pequeño cumulo de creencias perecederas y diluidas por la realidad, sumémosle un aspecto todavía más triste, por lo general, los desclasados o para ayudarles un poco, “los aspiracionistas” son, en muchas ocasiones, “moralmente superiores”, signifique lo que sea ser ese tipo de cosa.

Si, son los que se persignan con la idea de reconocer a y en otros aspectos que a ellos les molesta, como lo es la libertad sexual, credo, opinión política, raza, origen, derechos de la mujer (aborto, maternidad, trabajo, emancipación, etc.) y un sinfín de temas que bajo su perspectiva moralista no deberían de existir o suprimirse si ya existen. Pareciera que Dios los ha elegido para hablar única y exclusivamente a través de sus pensamientos, cuando Jesús (ejemplo) fue el tipo más revolucionario, comunista, socialista, mocimista, amloista, etc., etc., que ha existido en la historia de la humanidad. Sus discursos están llenos de asistir al pobre, al desvalido, al enfermo, al desprotegido, al perseguido, al humillado… y en contra parte, pone a los ricos como lazo de cochino, expulsa a los mercaderes del templo y en otra ocasión dice: “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, a que un rico entre en el reino de los cielos”, cualquiera que sea su significado teológico, la base simple, es, un rico será siempre un ojete y nunca ayudara a los demás (en este caso a los pobres), como Ricardo Salinas Pliego, este es, a mi parecer, el ejemplo literal de ser un rico vil, corrupto, putrefacto y embaucador que existe en este país, basando su riqueza es espoliar al pobre, vender cosas baratas y encarecerlas con la deuda que crece con el tiempo, robándoles no solo dinero, sino días completos de trabajo y vida a la mayoría de la sociedad mexicana. Ese wey si es rico, tu que le compras, no, pero a veces eres igual o peor de ojete con los más pobres.

Luego viene los individuos que están orgullosos de su país, sobre todo cuando están fuera de él. Presumen su mexicanidad, pero desconocen y hasta rechazan que el México profundo vive bajo chozas, en las serranías, en los pueblos, en los pobres. Esos, que quizá adolecen de cosas y tecnología, pero que son herederos de la cultura milenaria que dejaron las naciones indígenas, que eran prosperas antes de la llaga de los españoles. Son esos simplistas que se sienten orgullosos del bisabuelo que no conocieron pero dicen con orgullo, era español, cosa que me causa una risa enorme, como si eso los dotara de estatus social, cuando en realidad son bisnietos o nietos de un migrante, de otro individuo que tuvo que irse de su país porque en el propio no encontró lo que deseaba o simple, como es el caso, porque la ambición de adquirir mayores riquezas lo llevo a otras tierras, pero seguramente eres bisnieto o nieto de un jodido, pues en muchos casos, no heredaste ni el apellido. Eres más indígena que otra cosa, pero claro, ser indio sientes que te denigra, por eso lo rechazas, como si no vivieras en tierra de indios, somos eso y en lo personal, desearía hablar una de sus lenguas, lamentablemente esta se perdió en mis bisabuelos.

Luego, vas orgulloso a dar el grito el día 15 de septiembre por la noche o el 20 de noviembre te sientes bien revolucionario, pero ni siquiera entiendes o comprendes el por qué de las luchas y hasta eres fan de Iturbide o de Don Porfirio, no sé si por pendejo o por lo mismo, pues idolatras a quien, seguramente te tendría comiendo en una tienda de raya, fiado, por supuesto. Ambas luchas, peleadas en su mayoría por indígenas, son ejemplo de que quienes han resistido y luchado por este país son esos, a quienes los españoles arrebataron hasta el nombre y sus creencias, pero como reza un poema mexica: “nos cortaron las hojas, las ramas, hasta el tronco nos despedazaron, pero no pudieron arrancar nuestras raíces, mismas que permanecerán por siempre, vivirán y retoñarán de nuevo”, palabras más, palabras menos. Sí, les debes esas luchas a esos indios, a esos pobres, a su sangre, a sus sueños y, sin embargo, los desprecias cada que puedes. Pocos somos los mestizos, los impuros, los disolutos enajenados que prefieren pretender ser quienes nunca serán a cambio de despreciar lo que realmente son.

¡¡¡Ah!!! Nunca ha de faltar el norteño que se precia de serlo, ese que dice: en el norte casi no hubo mestizaje, somos blancos, trabajamos un chingo para mantener el resto del país, gracias a nosotros bla bla bla, estupidez tras estupidez. Claro que no hubo mucha mezcla, las naciones indígenas del norte se mantuvieron mas puras que el resto o simplemente las desaparecieron, como en lo que hoy es EEUU, simplemente porque eran las menos en un territorio más grande, pero de que hay mestizaje, lo hay. Sin embargo, ese no es el tema, es volver al origen, creerse lo que no se es. Seas del norte, centro, sur, sureste, es la misma chingadera, eres un jodido más pretendiendo tener una clase social que no puedes mantener, simple como eso. Podrás ser hijo, nieto, bisnieto de migrantes españoles, franceses, italianos, etc., etc., pero hoy seguirás siendo lo mismo.

Me faltan los emprendedores, pero para ellos, mejor otro texto, porque luego creen que la critica es envidia y luego comienzan con las ofensas porque obvio, se sentirían ofendidos, pero no son otra cosa que pájaros nacidos en los nidos de la siguiente rama en el mismo árbol.

Les recuerdo que el texto no es para los ricos, algunos quizá nunca lo lean, sería lo mejor. Este texto es una sátira, critica directa a quienes, como yo, viven bajo las mismas circunstancias, la diferencia es que yo, como muchos otros, si sabemos a que clase pertenecemos y mi lucha y defensa, será por ella, porque somos, queriendo o no, los más cercanos a los pobres más pobres y si su lucha no es la nuestra, entonces no es ninguna.

Por último, jodido, no te lo tomes personal, quizá mi texto te ofenda, pero entiendo, la verdad duele y a veces, castiga en demasía a quienes la niegan. Podrás diferir de mi pensamiento, pero nunca de la verdad, porque la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero.

Las criticas siempre serán recibidas, eso alimenta nuestra creencia, la afianzará y hasta en una de esas, podría ser una bandera, bajo la cual la lucha se enarbole, pues este, apenas es el comienzo.

El llamado básico es a la reflexión y a la humanización de las personas, dejemos de lado la mezquindad, abracemos nuestras raíces, nuestra realidad y emprendamos un camino donde los seres humanos criados y creados bajo este cielo y en esta tierra, encontremos la paz y armonía que se necesita para vivir y convivir sanamente, pero para ello, “la verdad los hará libres”.

Una respuesta to “Los desclasados…”

  1. Muy de acuerdo contigo Martín. Admiro mucho tu forma de escribir y la claridad para exponer tus ideas.

    Por cierto, me da curiosidad saber quién fue el ofendido por llamarlo por su nombre y omitir el título, debo confesar que me reí un poco al imaginar la escena.

    Si no te molesta, compartiré este valioso y clarificador texto.

    Saludos y por aquí estamos al pendiente.

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