Lo que el AIFA despertó.

El 21 de marzo de 2022 se inauguro un aeropuerto nuevo en el país, parte de un sistema aeroportuario en el centro de México, que, en conjunto con el aeropuerto de Toluca y el de la CdMx (además de Querétaro, Puebla y Cuernavaca) conforman una red de transporte aéreo capaz de competir con otros sistemas en el mundo, pero realmente no es competencia de nada, es simplemente brindar una posibilidad de mejora para soportar un mercado en crecimiento. Este sistema, desde mi punto de vista, debió ser conceptualizado y diseñado desde que botas miadas (Vicente Fox) era presidente ¿por qué?, simple, porque a estas alturas se tendría un sistema de trenes que uniera todos los aeropuertos mencionados y toda una infraestructura desarrollada que permitiera un circuito de movilidad entre ellos y entre estos con los núcleos poblacionales involucrados, sin embargo, los gobiernos anteriores no pensaron nunca en algo así, simplemente conceptualizaron un solo proyecto en un sitio que, según ellos, permitiría absorber la demanda pronosticada en aproximadamente 50 años. Pero imaginemos 5 o 6 aeropuertos trabajando simultáneamente e intercomunicados entre sí, sin duda, de los sistemas aeroportuarios más dinámicos e imponentes del mundo. Si, hay mucho por hacer, mucho por construir, mucho por entender. Como ingeniero, no niego la posibilidad de que Texcoco podría haberse construido, sin embargo, a pesar de su «diseño bonito», iba a ser un aeropuerto con un sistema de mantenimiento carísimo y con infraestructuras complementarias que tendrían un costo enorme para evitar inundaciones y accidentes por las aves que cada año llegan a ese lugar. Los costos por operación serían de los más altos del mundo, que obvio, serían cargados al usuario. Además de que era una infraestructura que se estaba construyendo con deuda. Si los gobiernos anteriores de verdad hubiesen pretendido hacer algo, en los años que duró su construcción hubiesen avanzado lo más posible, pero para 2018 solo con 20% de avance, era mejor decirle adiós que seguir con un espejismo. Siempre lo he dicho, con la muerte de un régimen mueren sus proyectos, pues NAIM es un ejemplo actual, mientras que el monumento a la revolución es un ejemplo de hace 100 años.

Pero el AIFA, más que ser una infraestructura aeroportuaria que cumple con las necesidades requeridas, es un símbolo de un gobierno que vino a deconstruir el pensamiento de la gente en un país tan bizarro y surrealista como México, donde hay pobres que defienden el Status Quo anterior y ricos, que siguen haciendo negocios en un país que propicia el ambiente para ello, pero además, financian campañas contra un gobierno que si los ha obligado a pagar los impuestos que antes evadían. ¿De qué tamaño era la corrupción? Haciendo un ejercicio simple, cualquiera que tenga una capacidad para hacerlo dejando de lado filias y fobias, todo lo que se construye ahora en México, por lo menos los proyectos de este gobierno, se realizan con CERO deuda, en medio de una crisis provocada por una pandemia global, donde además se tienen vacunas para todos, con una guerra en Europa y con los precios al alza con una inflación global creciente, aunado a miles de millones de pesos otorgados a población vulnerable a través de apoyos directos, esto si que esta raro, ¿no?. Si, cualquiera que tenga la capacidad de ver más allá de sus fobias, podrá imaginar que si durante los últimos 30 años hubiésemos tenido gobiernos de este tipo, habría proyectos de gran envergadura por todos lados, pero tanto políticos como sociedad en general aprendieron a ser corruptos y ladrones, al fin y al cabo no pasa nada y en efecto, no pasa nada, pero el daño provocado afecta a todos.

Lo extraño de todo es toda esa gente que le ofende un aeropuerto, que, muchos de ellos ni siquiera conocerán porque simplemente no tienen para viajar en avión. Si, el aeropuerto es para el pueblo, en eso no se equivoca el presidente ni sus detractores. Como es un aeropuerto construido con presupuesto publico y CERO deuda, no hay deuda que amortizar con el cobro de impuestos que el NAIM si iba a tener para poder pagar su deuda, costo, que, por supuesto, sería cargado a los usuarios de las líneas aéreas, si, solo algunos, como ahora, podrían pagar los costos tan altos que tendrían los boletos de avión y el mercado seguiría «reservado» para cierta clase social. Con el AIFA los costos por uso aeroportuario deberían bajar a mínimos por operatividad, lo que implica boletos económicos, por tanto, más personas podrían acceder a ese mercado, lo que si, en efecto, es la idea, que más gente use el transporte aéreo y de ese modo propiciar mayor movilidad a un sector más amplio de la población, en comparación de quienes ahora lo pueden hacer.

La gran mayoría de los ofendidos pertenecen a aspiracionistas de clase media baja o baja que, pretendiendo imitar a un sector social al que no pertenecen, propician una enajenación individual que raya en lo vulgar y distópico. El mexicano aspiracionista, enajenado de su propia identidad, no es rico, se acerca más a la pobreza que a la opulencia, se acerca más al mexicano pelado de barrio que a alguien nacido en opulencia y con «clase», pues lejos de acercarse a lo que pertenece, lo rechaza, sin entender ni atender una patología de un desprecio por sí mismo, por su historia, por su ascendencia, por su esencia. Se avergüenza de su verdad y en su enajenación, adopta posturas pretendiendo ubicarse a sí mismo en una clase a la cual, no pertenece y de la cual es rechazado y despreciado por los que en verdad nacieron en ella, si, los pobres de pensamiento y creencia de una falaz opulencia, son, por demás, como esclavos defendiendo los grilletes en sus pies, si, esos que intentan diferenciarse de otros esclavos solo porque su amo es el más rico del condado o porque trabajan en las mejores plantaciones o donde, por lo menos, les ofrecen una comida más al día. Si, así se ven. Muchos de ellos provienen de familias que con esfuerzos descomunales pudieron ofrecerles una educación universitaria y hoy, pavoneándose con un titulo universitario creen ser ya de otra clase social. Es el típico ser, que, conociendo un mundo al que aspira, siente que ya esta en el, olvidando a veces, sus raíces y hasta avergonzándose de ellas, pues aunque abracen al padre o madre obreros, en el fondo sienten hasta repudio por su origen, ese origen jodido en los arrabales que intentan olvidar, sin embargo, es tan parte de su esencia que reflejado en su sentido de inferioridad, tratan de romper con ello de una forma violenta utilizando un lenguaje ofensivo contra todo aquello que consideran reflejo o pertenencia a la clase de la cual provienen, si, la clase jodida, pobre, desarrapada que en efecto, este presidente ha tomado como lucha y el ir a esos lugares y hacer proyectos para todos aquellos que siempre fueron olvidados, usados, violentados. Si, esos olvidados de siempre son sus padres y abuelos, muchos de los cuales reciben un apoyo nada despreciable.

No soy quien para juzgar esa manera de pensar, simplemente escribo acerca de una percepción que me permite ver, que aquellos como yo, que vienen de lo jodido, pretenden ser una deformación de sí mismos para intentar pertenencia en espacios sociales que no obtendrán o que muy pocos serán capaces de tener. Es cierto, quizá nacimos pobres y es nuestra responsabilidad salir de la pobreza o por lo menos romper las ataduras que nos mantienen en ella, sin embargo, no podemos, ni por asomo, eliminar nuestra propia historia, porque sin duda, cortaríamos las raíces que nos dan identidad. Tristemente muchos de los aspiracionistas evalúan su pobre existencia en base a lo poco que han logrado y a partir de ahí rechazan un pasado paupérrimo que les brindaba pocas o nulas posibilidades de ser algo que deseaban. No es malo aspirar a mejorar, el problema radica en que, es tan grande el complejo de inferioridad de muchos mexicanos, que, intentan zafarse de sí mismos rechazando en automático, algo a lo que pertenecen. El problema no es el presidente «López», es que la principal característica del mexicano aspiracionista es creer que un jodido como el no puede alcanzar posiciones de liderazgo político porque simplemente lo consideran inferior y no merece dirigir al país. El clasismo a la mexicana es así, el aspiracionista siendo peor que los ricos realmente ricos, es, algo comúnmente conocido como síndrome Stephen Candie.

Toda critica esta basada en una percepción de la realidad en que se vive o desde el deseo de obtener algo que se pretende, de ahí que muchos critiquen lo que se esta haciendo o lo que hay en base a lo que ellos mismos quisieran tener pero que muy posiblemente nunca conseguirán. La enajenación no solo es rechazar algo que se es, se fue o se vivió, sino también abandonar la percepción de la realidad propia por un sueño o anhelo casi imposible de alcanzar, es decir, el vivir en opulencia. No pretendo, entonces, lograr convencer a los enajenados aspiracionistas venidos de la pobreza de que lo que el actual gobierno hace esta pensado en ellos, simplemente mi texto ofrece una vista, para aquellos que no rechazan su realidad pero que si desean cambiarla, se permitan saber que, no están equivocados, son, quizá, mexicanos conscientes de una realidad de país que muchos intentan no ver, no apropiarse de la misma y por tanto, no sentirse responsables, como miembros de una sociedad, de cambiarla, mejorarla o por lo menos paliar un poco la desgracia de millones que habitan en este país. A ti, mexicano consciente, ese que no voltea la mirada pretendiendo sentirse más que otros, te toca ser esa parte difícil, consciente, que resiste, que desde la critica constructiva pretende mejorar día con día, por lo menos, su comunidad o al menos, su desenvolvimiento en la misma con respeto y empatía.

El AIFA despertó, en aspiracionistas enajenados, no el desacuerdo hacia un gobierno, que debe existir y es normal, sino el odio que tienen a una historia propia. Si, el complejo de inferioridad no es otra cosa que el odio a una parte de sí mismos que no pueden superar, olvidar o que pretende ocultarse a través de expulsar cierta violencia hacia eso que les es propio. Así como un hombre de masculinidad débil oculta esa debilidad en la violencia, así, el aspiracionista pretende oculta su pobre historia en una falsa opulencia, muchas veces conseguida a través de lo que aprendieron, es decir, la trampa, la corrupción, el robo, la estafa, la mentira, vicios adquiridos en una sociedad que percibió erróneamente que ese es el único camino de romper con la jodidez porque «así es aquí». Claro, vicios arraigados socialmente gracias a gobiernos que nos enseñaron que «el que no tranza no avanza» o que «no hay de otra, las cosas son así», que cuando llega alguien a romper el paradigma, simplemente lo atacan, porque, en el mundo de locos, el cuerdo es el más loco. Conozco personas que se lamentan por el diseño «bonito» del NAIM y lo comparan con la «central avionera» del AIFA, alegando un apoyo al primero por una simple percepción imaginaria que se formaron de algo que, tristemente, la gran mayoría de ellos nunca pisarían, pero hoy, tienen más posibilidades de conocer el AIFA y eso me da algo de risa.

Si, la psicología del mexicano aspiracionista es el resultado de todas esas reacciones que tiene hacia lo que este gobierno hace, simplemente para ocultar un sentimiento de inferioridad que les es imposible vencer, nada más por rechazar su esencia pura. Tratando de imitar «sociedades avanzadas» en el mundo, disimula el rechazo a lo que le es propio, por ejemplo, las tlayudas que se vendieron en el AIFA el día de su inauguración, porque eso lo exhibe en el mundo, lo desnuda, lo muestra tal como es y eso a un mexicano aspiracionista enajenado le da terror, pavor, vergüenza. Triste pero cierto. Sin embargo, ese mexicano que denostó la venta de tlayudas en el AIFA, es el mismo que se ve en los puestos de tacos esquineros presumiendo, muchas de las veces, esos manjares a sus amigos extranjeros o en casos fortuitos, la presunción de esas artes culinarias cuando visitan otros países cuando se celebran torneos como el mundial de futbol, donde portan sombreros de charro o mascaras de luchadores, que estando aquí, serían parte de su vergüenza. Por tanto, el aspiracionista mexicano tiene dos personalidades, una falsa, mejor dicho, ficticia y otra real. Es evidente que la ficticia es totalmente opuesta a la real, lo que adoleciendo de todo valor humano para adquirir propiedad sobre lo que se es, se sirve de todo ese clasismo y racismo para ocultar ese tan grande y enfermizo complejo de inferioridad que le impide verse así mismo como un individuo con capacidades dentro de una sociedad que resulta igualmente falsa e hipócrita, que siempre trata de ocultar una realidad que, aunque presente, se disimula burlándose de sus detractores llevándolos a hundirse cada día más en una vorágine decadente que propicia su enajenación.

Si, es ese sentimiento/complejo de inferioridad que impide a los mexicanos desarrollar sus talentos, pues, desconociéndose a sí mismo y rechazando lo que es, destruye esa esencia suya que le permitiría alcanzar su totalidad como persona. Es, como un árbol de manzana creyendo que da limones, pues pretendiendo ser otra cosa, no se es ni lo uno ni lo otro, por eso, la mayoría, incluidos empresarios, no saben otra forma de crear riqueza más que a través de la trampa, la corrupción, el robo, pues lejos de desarrollar talento, prefieren concentrarse en algo que les permita obtener lo que desean rápidamente sin importar el costo o precio, porque, en la enajenación no solo se pierde la esencia, sino también la decencia. Y como el mexicano erróneamente cree que consiguiendo riqueza se logra ser «de clase», pierde, precisamente la clase, por simplemente tener dinero, muchas veces, robado. Esto aplica para políticos y pseudoempresarios.

Si, el aspiracionista enajenado tiene esta percepción anormal de la realidad que lo lleva a tener una desconfianza injustificada en todo, para el caso, en el gobierno actual y al contacto con la realidad de millones de mexicanos o por lo menos, lo lleva a avergonzarse de esas mexicanas que venden tlayudas en un aeropuerto nuevo. Como este tipo de gente vive en un falso continuo su posición se torna inestable o hasta violenta, por lo que su falta de atención a la realidad del país y su ensimismamiento le autorizan, según el, a tratar de baja categoría o jodido todo lo que constituya una afrenta a su falsa percepción de las cosas que este gobierno hace y a veces hasta del ambiente en que se desenvuelve.

En fin, muchos mexicanos aspiracionistas enajenados, acostumbrados a que los hombres de poder, es decir, el presidente, fuese una figura enigmática e inalcanzable, hoy le temen a un hombre apoyado por la gran mayoría, si, los pobres que son mayoría en México, esos que durante un siglo permanecieron pasivos y que hoy, pacíficamente han tomado al país en sus manos a través de un gobierno que sienten que los representa a plenitud, que les escucha, que les da voz y eso, en efecto, les da terror a todos aquellos que, acostumbrados a ciertas canonjías que brindan la corrupción y la mentira se sentían dueños de algo que nunca les perteneció.

Hasta cierto punto, en lo personal, es un placer ver las reacciones de todos aquellos que odian todo lo que hace el presidente y más aún, ver a los jodidos aspiracionistas echar espuma por el hocico rabiosos de ver algo que están muy lejos de entender y aceptar, una realidad, Andrés Manuel López Obrador, es el presidente, si, quizá odiado por ellos, pero que ha demostrado que, desde la sencillez, puede gobernarse para todos, aunque eso, nunca les ha gustado. El burgués mexicano no esta lejos del pensamiento del aspiracionista, solo que, desde su posición económica privilegiada se permite disimular mejor ese sentimiento de odio al actual presidente, simplemente porque, su educación y visión de las cosas le permite ocultar mejor sus reacciones ante lo que le parece, a todas luces, desagradable. Si, es duro pagar impuestos y tratar de hacer las cosas honestamente, lo que sin duda alguna les esta costando muchísimo, pues acostumbrados a hacer del país lo que deseaban, debe ser traumatizante saber que, por lo menos, en este gobierno, no han podido.

Como siempre, el tema se antoja muy extenso, porque el AIFA simplemente despertó lo que muchos son, pero ocultaban en una falsa realidad que gobiernos anteriores alimentaron con propaganda bien pagada o con montajes excelentemente bien realizados.

Soy consciente de que la mayoría es incapaz de leer mas de dos párrafos, pero les entrego un texto que se antojara ofensivo para muchos, pero que, entenderé sean incapaces de una autocritica, siendo así, soy yo quien se permite criticarlos con todo el respeto que me merecen, aunque no se lo merezcan. Agradezco su lectura y comentarios.

Una respuesta to “Lo que el AIFA despertó.”

  1. Salvador Vallejo Malibran Says:

    Excelente reflexión! Me encantaría leerte en una reflexión de las reacciones surgidas contra el tren maya y en general, de todas las obras emblemáticas de este gobierno, así de como dentro de una misma familia se da el fenómeno del enfrentamiento enconado y hasta tragicómico cuando algunos miembros de identifican chairos y otros, se identifican anti chairos. Un abrazo afectuoso y mis respetos a tan gran intelecto.

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